miércoles, 28 de octubre de 2009

Regenerador del alma


Habrá gente que acuda a las drogas cuando está deprimida. Habrá gente que recurra al alcohol. Otros vivirán la noche salvajemente para olvidar. Yo, para variar, soy una persona afortunada. He encontrado un remedio perfecto contra la tristeza. Si, amigos, os hablo del salmorejo. Tomate, aceite, sal y pan. Nada más y nada menos. Podría pasarme la vida comiendo salmorejo. Tengo un conocido cordobés que (creo que por pena) cada vez que hace en su casa, me guarda en un taper. Qué cosa más deliciosa, qué sabor, qué textura, sabe bien a la hora de desayunar, a la hora de comer, a la hora de cenar...

Dirán que los vegetarianos nos perdemos muchas comidas, dirán lo que quieran, pero donde haya un buen salmorejo que se quite lo demás. Adoro ser vegetariana. Hay muchas comidas que antes no valoraba y ahora se han vuelto mi feliz menú de cada día. Claro ejemplo son los guisantes que siempre me hacía mi madre como guarnición a un filete. Ya no, ahora me como 400 gramos de guisantes a tocateja y cada día que pasa me resultan más deliciosos. Igual con las fuentes de papas a lo pobre que me hago de cena. He descubierto que los estofados de patatas y pimentón salen exquisitos con seitán. Y por supuesto, el salmorejo ha pasado de ser una triste entrada a protagonizar el acto principal.

¡Qué feliz soy comiendo!

P.D. Mil gracias a ese cordobés que hace mi vida más sabrosa

No hay comentarios: