martes, 1 de julio de 2008

Desesperada


El jueves pasado, al salir con mi novio del supermercado, nos cruzamos con una perrita. Iba cojeando de una pata trasera, y no paraba de cruzar compulsivamente la calle mientras los coches frenaban y la esquivaban. No podéis haceros una idea de la cantidad de gente que había en la calle, siendo las 7 de la tarde y habiéndo partido de España en una hora. Pues nadie la miró. Nadie reparó en ella. Nadie se dió cuenta de su sufrimiento, de su ansiedad, de sus nervios, de su cojera, de su dolor.

Mi novio entró en un todo a 100 y compró una correa y un collar, se lo pusimos y la llevamos al veterinario. No tenía chip. La pata tenía una herida vieja y fea. Nos la llevamos a casa, y la dejamos que se tranquilizase un poco, le dimos agua y comida mientras mis otros dos perros y mi gato esperaban impacientes en el estudio. No me la podía quedar, pero pasó la noche en casa. Al día siguiente se me acercó un tío diciéndome que era su perra, pero que me la regalaba si le compraba un paquete de tabaco (surrealista).

Es cierto, la perra era suya, sabía su nombre y me dijo que la tenía en el campo, pero que fué a comprar y la perra "decidió" seguirle. A las 5 de la tarde la llevé a la residencia El paraíso, donde me dijeron que no tenía ni un año, aunque ya había parido. Me han dicho también que en principio no habrá problema para buscarle una buena familia, es una perra guapa y noble. El tiempo que pasó conmigo en casa conoció al resto de mi pequeña familia y se adaptó perfectamente, incluso con el gato. Volvimos en el coche mi novio y yo solos, no pude dejar de llorar, sólo compartí con ella una tarde y mi casa ya me parece vacía.

Ahora debe seguir en la residencia, detrás de unos barrotes, esperando. Pese a todo, mejor ahí que con su anterior dueño, ese canalla que cuidaba "tan bien" de ella. Son estas cosas las que me hacen perder la esperanza que tengo sobre el ser humano. Me pregunto si ese hombre habría dicho lo mismo si en vez de una perra hubiese sido su hijo pequeño. Me pregunto si habría entrado en el supermercado mientras su hijo de dos años, cojeando, cruzaba desesperado la carretera mientras le buscaba. ¿Habría conseguido un niño llamar la atención de todas esas personas que estaban allí? ¿Por qué la gente es tan sensible a un tipo de dolor y tan insensible a otro? ¿Es que la sensibilidad tiene grados? ¿Sólo puede sentirse compasión en determinadas circunstancias?

Lo único que deseo es que esta perra tenga una nueva oportunidad, pero no se, me dijeron en la residencia que estaban recogiendo unos 30 perros AL DÍA. Al día, 30 perros al día, y no os hablo de Madrid, ni de Málaga capital, ni de Marbella, os hablo de una residencia que está entre Alhaurín de la Torre y Estación de Cártama. No quiero ni imaginar cómo estarán en las ciudades.

Si alguno de vosotros quisiera aumentar su familia, por favor, no dudéis en decírmelo.


3 comentarios:

Creaciones 2020 dijo...

Es muy noble lo que hiciste , ojala que pronto el animalito encuentre un dueño o dueña que lo quiera mucho . Los perros sin lugar a dudas son lo mejores amigos del ser humano, mejor que cualquier amigo humano .Besos y mucha suerte desde Uruguay

Creaciones 2020 dijo...

Hola , he venido a visitarte de nuevo esta vez , porque te he dejado un regalo en mi blog que es un premio , que recien me otorgaron , y pense enseguida en vos , por el amor que le tenes a los animales . Besos ( esta tu premio con el enlace de tu blog debajo del mismo a la izquierda de blog )

Sophia dijo...

Hola Silvia, gracias por pasarte por aquí. Ojalá encuentre un hogar pronto, pero está complicado. Ayer pasé otra vez por allí, para ver que estaba bien, y además de ella hay otros 70 perros, todos encantadores y deseosos de irse con alguien a una casa. Seguiré insistiendo por Internet, a ver si hay suerte.

Muchas gracias por el premio! No se si lo merezco, llevo muy poquito tiempo con el blog, jeje. :D